domingo, 20 de mayo de 2012

La diversidad social y la educación

Libertad, Santiago del Estero.
La pertenencia a una clase social determinada va a tener una gran influencia para sus miembros en aspectos tales como el acceso a los estudios, la organización de los procesos de enseñanza aprendizaje que se lleven a cabo según el centro educativo al que se asista y los resultados académicos que se obtengan. La interpretación que se realice de cada uno de estos factores, según la prevalencia o el valor que se les otorgue, ha caracterizado distintos modelos de respuesta educativa en las últimas décadas. De esta manera, el modelo del déficit cultural aparece ligado a la desventaja social y defiende que los alumnos en esta situación proceden de familias o de grupos sociales que viven en situación de discriminación económica o de marginación social; por tanto, desde su nacimiento expuestos a normas, lenguaje, valores y expectativas que determinan situaciones de desventaja con respecto a sus iguales y falta de estimulación y de experiencias. Con el fin de paliar esta situación, la respuesta educativa se centra en el establecimiento de programas de educación compensatoria desde la etapa de la educación infantil, cuya instrucción se caracteriza por la utilización del lenguaje, experiencias, valores y expectativas de la clase media, con la finalidad de “compensar” su déficit cultural y ayudarles a “adaptarse” mejor a las demandas de los centros educativos. Por otra parte, el modelo de las diferencias culturales destaca los rasgos  culturales propios de los grupos étnicos minoritarios o de las clases sociales más bajas (normas, valores, sistemas de creencias y estilos de comportamiento) y trata de llamar la atención del escaso reconocimiento que de los mismos se hace en los centros educativos. Hecho que se relaciona directamente con el mayor fracaso escolar que los grupos minoritarios o de clases sociales más bajas tienen frente a los grupos mayoritarios, y que evidencia la descoordinación existente entre la cultura escolar y la cultura de estos colectivos, provocando un menor rendimiento de estos alumnos y un mayor riesgo de abandono escolar.
Fuente: "Sobre la atención a la diversidad" Pilar Arnaiz Sánchez.

Ley y realidad

Se necesitan muchas manos para poder ver que lo que dice la ley respecto a la educación rural es coherente con la realidad en Añatuya. 
Libertad, Santiago del Estero.
Ley 26.206
Artículo 51: El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, en acuerdo con el Consejo Federal de Educación, es responsable de definir las medidas necesarias para que los servicios educativos brindados en zonas rurales alcancen niveles de calidad equivalente a los urbanos. Los criterios generales que deben orientar dichas medidas son: instrumentar programas especiales de becas para garantizar la igualdad de posibilidades; asegurar el funcionamiento de comedores escolares y otros servicios asistenciales que resulten necesarios a la comunidad; integrar redes inter-sectoriales de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales y agencias de extensión a fin de coordinar la cooperación y el apoyo de los diferentes sectores para expandir y garantizar las oportunidades y posibilidades educativas de los alumnos; organizar servicios de educación no formal que contribuyan a la capacitación laboral y la promoción cultural de la población rural, atendiendo especialmente la condición de las mujeres; proveer los recursos pedagógicos y materiales necesarios para la escolarización de los/as alumnos/as y estudiantes del medio rural tales como textos, equipamiento informático, televisión educativa, instalaciones y equipamiento para la educación física y la práctica deportiva, comedores escolares, residencias y transporte; entre otros.
Fuente: Ley 26.206 - Ley de Educación Nacional. 

La realidad en Añatuya
Las condiciones educativas son muy precarias y muchas de las escuelas carecen del material didáctico necesario. La deserción escolar es muy alta: hay un 30% de analfabetos. Y de los niños que asisten a la escuela sólo un 20% termina la primaria, de los cuales un 25% ingresa a la Educación General Básica (E.G.B.) y sólo un 25% terminan este ciclo. Por otro lado, La Educación General Básica no está implementada en todas las escuelas, siendo las poblaciones rurales las más afectadas, ya que los niños y jóvenes no tienen acceso a este ciclo.



Los primeros aprendizajes de Emilio

Victor García de Hoz dice lo siguiente acerca de la educación: 
"Si el hombre es susceptible de adquirir nuevas formas, 
lo debe a que es un ser finito, una realidad incompleta; las 
nuevas formas que adquiere va completando sus posibilidades de 
ser, es decir, van perfeccionándola. Toda educación es una 
perfección." 
Me pareció que el siguiente pasaje de "Emilio" 
resume el fin de la educación que parte desde el hecho de que el 
ser humano es un ser perfectible.
Libertad, Santiago del Estero.
Emilio tiene pocos conocimientos, pero los que tiene son verdaderamente suyos; no sabe nada a medias. En el pequeño número de cosas que sabe y que sabe bien, la más importante es que hay muchas que ignora y que puede llegar a saber un día, muchas más que otros hombres saben y que él no sabrá en la vida, y una infinidad de otras que ningún hombre llegará a saber jamás. Tiene un espíritu universal, no por las luces sino por la forma de adquirirlas; un espíritu abierto, inteligente, dispuesto a todo y, como dijo Montaigne, si no instruido, por lo menos instruible. Me basta con que sepa encontrar el para qué de todo lo que hace y el porqué de todo lo que cree. Pues una vez más mi objetivo no es darle la ciencia, sino enseñarle a adquirirla cuando la necesite, hacerle estimar exactamente lo que vale y hacerle amar la verdad por encima de todo. Con este método se avanza poco, pero nunca se ve uno forzado a retroceder.
 Fuente: Rousseau, Emilio o de la educación, Libro III.

Educar a una persona es apostar a que podrá hacerlo


Como la hiedra
Libertad, Santiago del Estero.
Al admirar la frondosa hiedra que adorna el jardín, comprendemos que ha crecido como lo ha hecho gracias al apoyo firme que le brindó la pared que cubre. A la vez que le proporcionaba sustento, ese muro oponía resistencia a su desarrollo. En otras palabras, al limitar y ordenar el que podría haber sido su crecimiento anárquico, la pared permitió que la hiedra se elevara en lugar de reptar a ras del suelo.
Durante su reciente visita a Buenos Aires, Fernando Savater volvió a glosar esa metáfora que, a propósito de la educación, utilizó hace un tiempo en su libro El valor de educar. En uno de sus párrafos señala: "Los niños crecen en todas las latitudes como la hiedra contra la pared, ayudándose de adultos que les ofrecen juntamente apoyo y resistencia. Si carecen de esa tutela, no siempre complaciente, pueden deformarse hasta lo monstruoso".
Esta es, tal vez, una de las síntesis más logradas acerca de la esencia de la tarea que enfrenta quien asume la responsabilidad de educar a niños o jóvenes. Lo es porque conjuga los dos elementos que definen toda educación: el apoyo resistente. Apoyo porque educar es, ante todo, alentar, estimular el crecimiento, entusiasmar. Pero ese apoyo es inseparable de la resistencia que es imprescindible ofrecer para educar, tarea que –como afirma Savater– no siempre complace.
Apoyar limitando, estimular guiando, ésas son las condiciones esenciales que debe respetar quien encara las etapas precoces de la educación. Cuando, como en estos tiempos, aceptamos que los recién venidos al mundo no sólo no requieren apoyo de los adultos, sino que hasta llegamos al absurdo de sostener que somos nosotros quienes debemos aprender de los niños, destruimos el principio mismo de la educación, que consiste, precisamente, en brindarles esa compañía inicial que les permita introducirse en un mundo que ya está allí cuando ellos llegan. Hoy, la convicción de que el mundo comienza cada día, con cada nueva generación, está haciendo imposible todo esfuerzo serio de enseñar algo.
Por otro lado, se generaliza la idea de que la educación es una imposición intolerable sobre la libertad del otro. En lugar de pensar que constituye un requisito, una etapa para poder ejercer plenamente esa libertad, se sostiene que la coarta. Por eso es que la absurda tolerancia actual, la cómoda resignación ante la dificultad de enseñar, el horror ante la necesidad de hacer respetar reglas, no oponen resistencia alguna a las personas, lo que las deforma hasta lo monstruoso. Lo mismo que le sucede a la hiedra cuando carece de apoyo y de límites.
Nuestra rápida retirada de la responsabilidad de cumplir la función de adultos –el muro que apoya y limita– es lo que explica mucho de lo que sucede en la sociedad actual. Creciendo como organismos salvajes, abandonadas, sin reparos firmes, las personas exhiben hasta con orgullo sus deformidades; entre ellas, la ignorancia producto de nuestro desinterés. Ser padre o maestro –en otras palabras, intentar educar– supone estar ahí durante el período de formación; como la pared, apoyar, ejerciendo una resistencia incómoda, antipática, poco agradable. Implica brindar, como también afirma Savater, ese "apoyo resistente, cordial pero firme, paciente y complejo que ha de ayudarlos a crecer rectamente hacia la libertad adulta. En esencia, los mayores representan para los hijos o los jóvenes algo muy poco simpático que es el tiempo, la necesidad, la tradición. Son testimonio del hecho de que, de alguna manera, nadie viene al mundo a iniciarlo, sino a soportarlo y, si acaso, a intentar mejorarlo. Si puede". Educar a una persona es apostar a que podrá hacerlo. 
 Fuente: Guillermo Jaim Etcheverry.

domingo, 13 de mayo de 2012

La grandeza de la educación comunitaria

Libertad, Santiago del Estero.
En el proyecto comunitario de vida
La comunidad como tal es un nuevo ser distinto de la sumatoria de sus componentes. Tiene también ella su peculiar carácter y, por lo tanto, desde un punto de vista pedagógico no basta tener en cuenta el proyecto personal de vida de cada uno de los integrantes, es necesario enfocar la educación de la comunidad en cuanto comunidad. También ella tiene que tener su trayecto y sus objetivos educativos.
Toda comunidad debe dar una respuesta viva a las necesidades básicas que busca todo hombre en el seno de los grupos: un clima de verdad, justicia aceptación y afecto y sentido de presencia valiosa en el seno de las comunidades más amplias.
Por eso debe cultivar explícitamente una conciencia lúcida de su identidad y misión, hondas relaciones personales enriquecedoras por el intercambio de vida y experiencia, y debe crear un clima propicio para la participación corresponsable que lleve a sus integrantes a una mayor madurez.
Se reconoce una comunidad como madura cuando se muestra coherente con sus objetivos plenamente compartidos; integrada por la aceptación mutua; organizada en la distribución de funciones y roles; solidaria en la preocupación servicial; corresponsable en esfuerzos concertados; testimonial en su mística vivida.
Fuente: Educación y Proyecto de Vida.