viernes, 30 de marzo de 2012

Siguiendo los pasos de Jesús

En una de las clases durante el curso me quedó una frase resonando: "Lo que pasa en la clase se adhiere al cerebro si se vincula con lo afectivo". Sin ninguna duda que esa fue y es la manera de enseñar de Jesús. Creo también que, las escuelas rurales que conocí en Santiago del Estero, intentan seguir estos pasos. "Escuelitas" que, a pesar de sus carencias, intentan ser escuelas que enseñan a amar y a ser amado. Son escuelas que se vinculan con lo afectivo. Supongo que entonces algo de lo que pasa en esas clases debe quedar adherido al cerebro...
El Hoyo, Santiago del Estero.
Una escuela de amor  
Es maravilloso constatar cómo Jesús comprendió a cada uno de los Apóstoles y los atendió conforme a su propia identidad y circunstancias. Perdonó, consoló, fortaleció y ayudó a cada uno. Lo primero que hizo fue entrar en el corazón de cada uno y hacerse amigo de todos. Su presencia fue siempre amorosa, la del amigo que se dá a conocer y que conoce. La actitud del mejor amigo que no busca ser servido sino que se preocupa por servir a los Apóstoles. Su estilo es el de amar hasta el extremo, dando la vida por los amigos. Esa es la actitud de amigo con la que Jesús ama y enseña a amar.
Los Apóstoles percibieron el amor de Jesús y se sintieron llamados a amarlo. 
Después de hacerse amigo, Jesús ofrece su enseñanza con obras, vida y palabras. Los Apóstoles recibieron del Amigo esa enseñanza y asemejaron, poco a poco, su vida con la del Maestro. Esa es la Escuela que enseña a amar y a ser amado. La Escuela que conjuga la caridad y la verdad.
Fuente: Pontificium opus a sancta infantia, "La escuela con Jesús". 

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