Es maravilloso constatar cómo Jesús comprendió a cada uno de los Apóstoles y los atendió conforme a su propia
identidad y circunstancias. Perdonó, consoló, fortaleció y ayudó a cada uno.
Lo primero que hizo fue entrar en el corazón de cada uno y hacerse amigo de
todos. Su presencia fue siempre amorosa, la del amigo que se dá a conocer y que
conoce. La actitud del mejor amigo que no busca ser servido sino que se preocupa
por servir a los Apóstoles. Su estilo es el de amar hasta el extremo, dando la
vida por los amigos. Esa es la actitud de amigo con la que Jesús ama y enseña
a amar.
Los Apóstoles percibieron el amor de Jesús y se sintieron llamados a
amarlo.
Después de hacerse amigo, Jesús ofrece su enseñanza con obras, vida y
palabras. Los Apóstoles recibieron del Amigo esa enseñanza y asemejaron, poco
a poco, su vida con la del Maestro. Esa es la Escuela que enseña a amar y a ser
amado. La Escuela que conjuga la caridad y la verdad.
Fuente: Pontificium opus a sancta infantia, "La escuela con Jesús".
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